Lee Strobel empezó como un ateo, completamente convencido de que Dios no creó a las personas, sino que estas lo crearon a él en un esfuerzo por explicar lo desconocido y atenuar su temor a la muerte. En El caso de Cristo, Strobel describió su estudio de casi dos años de evidencia histórica que lo condujo al veredicto de que Dios en verdad existe y que Jesús es su único Hijo. No obstante, todavía luchaba con objeciones agobiantes, preocupaciones por asuntos llenos de emoción que dañaban a muchos que de otra manera abrazarían la fe. No se trataba de simples problemas teóricos, históricos o intelectuales. Las cuestiones que molestaban a Strobel estaban llenas de impacto emocional.